Cien años de soledad
Gabriel García Márquez
1967
Uno de los grandes prodigios de García Márquez es su capacidad de adjetivar: noviazgo crepuscular, sudor pálido, remanso melódico, esquelas desatinadas, ritual taciturno, lucidez sobrenatural, rabia intestinal, vocación mesiánica… son solo unos ejemplos de sustantivos que junto con sus adjetivos se convierten en una novela misma.
Acertó Carlos Fuentes cuando manifestó que Cien años de soledad era el «Quijote americano». En efecto, además de miles de similitudes entre las dos grandes obras, hay una, en particular, que me llama la atención: cada vez que uno la relee encuentra cosas nuevas. La historia de un pueblo, Mancondo, que no solo se constituye en eje del universo garciamarquiano, es el protagonista de la historia de una familia, de una nación y de un continente.
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