Nostromo

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Nostormo

Joseph Conrad

1904

 

Estaba en mora de leer Nostromo. Y es que leer a Conrad es siempre un desafío. Su prosa es densa, desciptiva, realista, aunque, al mismo tiempo, es dinámica porque nos lleva de la mano a las mejores aventuras, suspenso y, sobre todo, a la conciencia y comportamiento de los seres humanos. El corazón de las tinieblas (1899) ya nos sumerge en un mundo de salvajismo humano; con Lord Jim (1900), sí que acudimos a la conciencia y el remordimiento de los seres humanos. Esta novela, Nostromo empieza lenta, pero entre más avanza uno se pone mejor. Coincido con la crítica que se refiere a esta novela como la mejor obra de Joseph Conrad (1857-1924).

Se publicó originalmente en dos volumenes como serie semanal, llamada Nostromo: A Tale of the Seaboard. El escenario de la trama es la república de Costaguana, un país ficcticio ubicado en Sur América. Nostromo es un italiano a quien se le encarga el cuidado de un cargamento de plata extraido de una mina cerca a Sulaco, cuya conceción pertenece a un inglés llamado Charles Gould. La novela deja ver temas como las dictaduras, las revoluciones, la lucha por la identidad, las separaciones (se dice que en gran medida se inspiró en la separación de Panamá de Colombia). Los personajes tienen bastante profundidad sicológica. Es maravillosa.

Les dejo la sinopsis de la edición de Alianza:

«Considerada por algunos críticos la gran novela inglesa del siglo XIX, «Nostromo» (1904) es un apasionante relato en el que la peripecia política se entrevera con la pintura de emociones y caracteres humanos, de la que Joseph Conrad (1857-1924) fue gran maestro, y con el fascinante ingrediente de la aventura. Situada la novela en la imaginaria Costaguana, en ella su protagonista es nuevamente un personaje heroico y antiheroico a la vez -como Lord Jim, como el Heyst de «Victoria»-, que, enfrentado a una experiencia que le obliga a cuestionarse el molde en el que se ha fundido, se ve condenado por la decepción y por su dañado orgullo a un sutil tormento que acaba envenenando su existencia.»

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